Día a día viví haciendo lo que se me antojaba, sufriendo las consecuencias y sobreviviendo a mi manera, dejando de lado los consejos de mi madre; hasta que un día se me ocurrió buscar en el diccionario la palabra Honrar, siendo su concepto el siguiente: “HONRAR: tr.
Respetar, enaltecer. Dar honor”. (Diccionario de la Lengua Española, Everest Cumbre)
Estas palabras cavaron muy hondo en vida y decidí ver si en realidad lo que dice en Deuteronomio 5:16 era real. “Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.”; y para sorpresa mía, y la de todos, me di cuenta de dos cosas, la primera es que el diccionario es una útil herramienta en las manos de Dios, y la otra, que no hay nada mejor que honrar a nuestros padres.
No es en vano que en el libro de Levítico 19:32 dice “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová.” Y en el libro de Mateo 15:4 dice “Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente”. Y en Mateo 19:19 dice: “Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa.
Y para terminar en el libro de Efesios 6: 1-3 dice: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”.
No pretendamos que la vida nos sonría si nuestros padres viven en el abandono, padeciendo hambre y necesidades. No pensemos en darle a Dios y a los pobres lo que es de nuestros padres. No hagamos que las puertas de las bendiciones de Dios sean cerradas por nuestra ignorancia y el desprecio a los que nos dieron la vida y la oportunidad de nacer. No bendigamos a nadie sin antes bendecir a nuestros padres primero, no con lo que nos sobra, sino con lo mejor de lo mejor que el Señor nos ha dado. Y si nuestros padres aparentemente no necesitaran, honrarlos.
Recuerda día a día, que a nuestros padres no se les da limosnas ni sobros; se les honra con amor, respecto, comprensión y sobretodo con nuestro apoyo incondicional.
Honremos a nuestros padres, a pesar de lo que sea (justos o injustos, sabios o imprudentes, amorosos o agresores, interesados o desinteresados, proveedores o despreocupados, con vicios o sin vicios, afectivos o groseros, generosos o tacaños), porque sencillamente son nuestros padres y algún día, nosotros también seremos padres….
Dios les bendiga